domingo, 17 de octubre de 2010

...y otra de arena

Hola de nuevo. Hoy estoy muy triste. Hoy es el día que más solo me siento y más añoro mi familia y mi pueblecito.
Si la anterior entrada fue para contarles una jornada llena de alegrías y que recordaré siempre, ayer sábado fue un día para olvidar. Como cualquier pequeño dinero fortalece mi humilde economía, decidí trabajar en el bar los fines de semana también, a pesar del gran sacrificio que me supone. Ayer, mientras atendía las mesas por la mañana, me ocurrió algo que nunca imaginé que pudiera sucederme a mí.

Todavía no tengo mucha experiencia y mi dominio con la bandeja es muy limitado, por lo que aún me cuesta servir rápido las mesas. Con mi inexperiencia, llevaba en la bandeja dos cervezas y un plato de jamón serrano. Caminaba despacio hasta la mesa cinco, donde me esperaban dos chavos jóvenes, mirándome con impaciencia. Aquellas miradas me pusieron aún más nervioso y entonces sucedió. Mi pie tropezó con el suelo y mi bandeja se desestabilizó, cayendo las cervezas en los pantalones de uno de los dos chicos. Se levantó furioso, gritando una gran cantidad de improperios, todos refiriéndose a la inmigración y a que debería volver a mi país.
Asustado y avergonzado, intenté recoger lo que había tirado, pero el chavo me apartó dándome un empujón y marchó del local, maldiciéndonos en voz alta. La encargada del bar acudió rápidamente a la mesa y me dio la tarde libre, al ver el estado en el que me encontraba.
¿Se pueden imaginar lo avergonzado que me pude sentir? Mi jefa pareció entenderme, pero también leí en su mirada una cierta sensación de reproche. No podía permitirse perder dos clientes, me dijo. Sólo fue un accidente, ¿de verdad era necesario reaccionar de esa manera?

Como un gato asustado, volví a mi habitación del piso de estudiantes con la cabeza gacha, avergonzado, triste, desesperado e impotente al ver cómo la sociedad te da la espalda, cómo pone la zancadilla en tu camino y te impide levantarte tras la caída. Me entristece comprobar que las personas, cada vez somos menos personas.
¿Creéis que si hubiera sido español
esta situación hubiera ocurrido?

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